domingo, 29 de agosto de 2010

Ecuador: el viaje a la semilla en el oráculo del espejo vacío (papeles de viaje 2)

La imagen: "viaje a la semilla" porque, como ya apunté, fue un confrontarse con las razones irrenunciables de mis actos, "en el oráculo", porque este descenso a las raíces se quiere soporte de los próximos, variados y multiplicados pasos (morí, pero, paradójicamente, no estoy muerto), y "espejo vacío" porque no hay certezas identitarias que nos excusen del esfuerzo y de la duda; en realidad, se trata siempre de un producirse, de un hacerse laborioso y tanteante, que deseo amable y comprometido con los otros y conmigo.

En la carta coreográfica de Mercedes Balarezzo (llamada "A quien corresponda"), la imagen central es, precisamente, la de un espejo vacío. Me encanta: es un espejo puerta, un muro sin azogue que es umbral, invitación a la aventura, al viento. Eso fue este viaje: reconocer "lo que amo y defiendo" (que es el bello título de una antología de poesía rusa) como brújula -al propio tiempo, referencia y bruma evanescente- necesaria para andar campos y campos que en cada instante modifican sus paisajes.

Lo primero, fue lo que corresponde a la danza. Las presentaciones de nuestras cartas coreográficas ocurrieron en un ámbito de recepción que fue desde la participación en un evento de carácter académico-vanguardista en Quito, la capital, a una función compartida con una conmovedora compañía semiprofesional de jóvenes bailarines de la ciudad de Puyo, en la entrada de la Amazonía, pasando por funciones en espacios teatrales prestigiados y formales (como el Teatro Prometeo) y por representaciones en espacios públicos escénicamente desprotegidos (casinos, canchas deportivas y patios escolares). 

Multiplicidad de espacios y de públicos que nos posibilitó, o, lo digo en primera persona, me permitió recuperar -luego de lustros de FONCA y amurallamiento de nuestra danza contemporánea mexicana en el circuito prestigiado del sistema de las bellas artes- el origen de nuestra danza moderna: la enunciación dancística como hecho político de dignificación en el terreno de los cuerpos propios, los imaginarios propios, los deseos propios. Esto fue particularmente claro en el caso de la compañía de Puyo, en la que muy jóvenes bailarines y bailarinas, merced a su comprometida asunción de la danza escénica como hecho que construye un sentido entre los sujetos que se dicen corporalmente y sus espectadores-pares, nos regalaron el agua fresca de la esencialidad dancística: bailar interrogándonos ante unos otros-nosotros que nos comprometen, exigen y celebran. La danza como un hecho compartido de producción y búsqueda de sentidos que nos comprometen comunitariamente. Fue conmovedor. Más allá de la técnica y el carácter local o "contemporáneo" del discurso dancístico, la verdad del lugar desde el que se enuncia y para el que se enuncia.

2 comentarios:

  1. Saludos amigo, me hacia falta saber de ti, recordar, recordar, recordar, ese ejercicio sin par que nos regala viejos momentos compartidos y gracias por ete juguete nuevo.

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  2. Gracias a ti, querido amigo. Un abrazo grande cargado de años.

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