jueves, 18 de noviembre de 2010

Llegó Annabel! (bailar con Annabel 2)

Continúan cumpliéndose los plazos y ahora Annabel ya está aquí. Sigo entonces comentando lo que me significa danzar con ella.

1) Bailar-enunciar- desde la propia vida ("Danzar tu vida. Vivir tu danza"). Vivir-danzar sin escisión. Interrogarse seriamente-radicalmente- en el salón de ensayos y en el escenario. Por eso, de muchas maneras es que bailamos en "cueros": qué historias viajan en nuestros cuerpos, qué urgencias nos mueven (recordamos siempre a Ricardo Marinelli).

2) Bailar-conversar: nuestro método fundamental de montaje es la conversación, la reflexión compartida. Cualquiera diría, si nos viese trabajar, que no estamos ensayando. Platicamos, platicamos, platicamos, nos preguntamos y preguntamos y preguntamos, para luego movernos a partir de todas las incertidumbres abiertas en el mutuo indagarse y en el compartido indagar. Preguntar-nos es nuestro método fundamental de composición.

3) Disfrutar-construir-cultivar-defender la confianza. Se trata de escucharnos con apertura radical y cuidadoso respeto. Enuncio desde la primera persona: quien baila conmigo es este ser humano que admiro, Annabel, esta mujer compleja, caribeña, feminista, cultora de una voz radical arraigada en el Sur, de una vida que se esfuerza en la congruencia y que me demanda crítica veracidad. No lo olvido.

Anabel no es fácil, ni sencilla. Ni falta que hace: es furiosamente veraz y comrometida. Lo celebra.

martes, 16 de noviembre de 2010

La puszta

No se irá.

La rodearás de hielo
y veladuras,
de la urdimbre
tectónica
del llanto,
del insomnio desnudo
y de silencio.

Pero
no se irá.

Es un ave
de nieve
en la puszta
aterida
de tu lecho.

Plegaria
de la sal,

lunes, 15 de noviembre de 2010

Apuntes sobre “Cartas desde los valles” 1



El tal Contreras V.
A Laura, Marisol, Marién, Coatlicue, Mercedes



”Objetivamente”

 Lo primero fue imaginarlo, soñarlo, en mi caso, como una conjunción de tres amores:

 1) el “Sur” (como categoría geopolítica, sentimental, imán de aspiraciones, amistades -enormes, aquilatadas- y proyectos),

 2) el grupo de las “Contempo” (mis exalumnas de la escuela de Contempodanza, con quienes había compartido cuatro años de reflexión y aprendizaje –conceptual, artístico y humano- y a las que amaba y amo con agradecimiento y sinceridad (porque en la carrera de este profesor –supongo que en la de todos- me he enamorado de algunos pocos grupos, colectividades a las que las afinidades electivas me han invitado a abrirme, exigirme, donarme y crecer,

y 3) la bailarina a la que la vida venturosamente me ligó para aprender de los goces de la conversación, el mutuo escudriñarse, y, también, por qué no decirlo,  de su teatro sentimental de la crueldad (¡ah cabrón, sacome verdosas canas!) y a la que, supongo, le generé también muchas tribulaciones: historia apasionada de una amistad-amorosa hermosa, ardua, difícil, a veces horrenda, veraz y, desde el principio al fin, esencialmente fisurada.

¿Es pertinente señalar este “encuadre” sentimental? En mi caso, sí, porque lo tiñó todo: las lógicas creativas –mis decisiones de composición y de temas-, mis esfuerzos afectivos, delirios, mi participación en los inevitables juegos de poder al interior del grupo, etc.

De lo dicho, menciono sólo dos vertientes:

A) Los temas-lógicas de composición:

1) El Sur: en el principio, imaginamos cartas (el arte como petición de escucha de un otro cuya atención nos es necesaria –diálogo con la otredad-) sustentadas en la lógica fantasmal deseante del amor: ¿quién soy? ¿cómo te imagino? ¿qué me demandas? ¿qué te demando? Luego, esto se concretó en indagaciones personales sobre cómo es que cada una-uno es chilango-a., para más tarde configurar autorretratos abiertos tanto la propia experiencia insustituíblemente individual de la ciudad (la ciudad como oráculo que respondía a preguntas esenciales de cada una de las participantes), como a los voces de los antepasados que nos posibilitaron y habitan. En este sentido, para mí, fue un momento decisivo del montaje la aparición del “Ángel de la Historia” de Walter Benjamín: esa acción mesiánica de aliarse a los derrotados, a los silenciados. Perspectiva que hizo de la obra un tránsito, un caminar, desde nuestra historia mítica, al presente, pasando por la sociedad en la que soñamos y nos empeñamos.

2) “Las contempo”: que la obra fuera un retrato de estas cuatro chilangas, donde cada una tuviera un peso específico (la que abre-cierra y recupera la travesía mítica-histórica, la que está al centro, conduce, guía y cierra apelando a la certeza de la continuidad de estos chilangos esforzados –“Dios nunca muere…”, la que viaja, irrumpe y disturba la estabilidad del tejido coreográfico, y reivindica a la humillada, la que desde su silencio y contundencia llegó a la palabra epifánica- “ubicar lo que en el infierno no es infierno”-). La definición del personaje colectivo de la “bruja”-rebelde-enunciadora y sensual. Para este rubro fue fundamental la decisión de construir un secreto, vale decir, una circunstancia operante de poder al interior de la obra y el colectivo (ignoré e ignoro los secretos, es su potestad).

3) La bailarina: las secuencias nacidas de los juegos “amorosos” (¿qué fueron en realidad?) entre el director y su amiga-amada. Juegos que repercutieron, sobre todo, creo, en la decisión de quebrar la cuarta pared: esta es una obra para tocar-nos, tocarse, verídicamente.

La obra se objetivó –gracias a la inteligencia y empeño de todas- y, a pesar de los avatares sentimentales que la atribularon (desasimientos, intentos de asesinato simbólico, rupturas, nuevos enamoramientos y nacimiento de nuevas esperanzas)- y se mantuvo como una estructura hermosa, conmovedora, vivificante. Doy gracias a las bailarinas –y a mí mismo también- por la lección que supimos dar de lealtad a nuestra obra, a nuestro oficio: nuestro esencial compromiso con el otro.

B) Los juegos de poder: dicho de manera sintética, fue todo un aprendizaje y una aventura transitar de la condición de “par” (maestro, compañero, bailarín, casi novio, amigo) a la de padre-director excluido de reuniones en camerino y objeto de demandas-rebeldías fantasmales que sería bueno que las respectivas tuvieran a bien asumir en su sitio y persona adecuadas.

(¿Continuará?)

jueves, 11 de noviembre de 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

El corazón del poeta es una barcarola azul,

El corazón del poeta es una barcarola azul,
a propósito de Cuaderno sin sosiego, de Javier
Contreras Villaseñor
 
Por Leticia Luna
 
Si el oficio del poeta es arder, consumir y consumar a través de los diversos temas sus más íntimas preocupaciones estéticas, espirituales o carnales, la poesía que esta noche nos entrega Javier Contreras Villaseñor en el libro: Cuaderno sin sosiego (edición de autor, Editorial Verdehalago, 2010), viene de viajar por muchas calle de Quito, México, Praga y Montpellier, construyendo endecasílabos blancos poblados de imágenes poéticas visuales, táctiles o auditivas, que nos llegan en el envoltorio de la belleza azul de la metáfora, del oxímoron, de los eptasílabos escritos en sutiles encabalgamientos, de una prosa impecable y una respiración al interior del verso que nos muestran a una voz poética contundente, dueña de su oficio y vocación por las palabras. Cito fragmentos del poema “A Laura”,
La música de bosque de tus ojos.
El dístico afrutado de tus senos.
La gruta azucarada de tu boca.
……………………………………
Tu sexo y su molino melodioso.
……………………………….……
Tus nalgas, doble luna adolescente.
……………………………………
Tu piel y el diccionario de la dicha.
……………………………………
Y este recuerdo de la piel de la muchacha de Praga: es una iluminación que hace del poeta un celebrante del mundo, alumbramiento de la Palabra que le ha sido otorgada como un don, como un privilegio inaudito para nombrarlo, para revisitarlo y soñarlo a través de evocaciones que encarnan en pieles con nombres de mujer, y de ciudades.
El poemario se divide en tres apartados: “Canciones de la praguense”, “Cuaderno de Montpellier” y “Cuaderno de los sueños”. En donde encontramos versos de arte mayor y menor en contrapunto con el verso libre, lo que no sólo brinda una armonía que da unidad al libro, sino que nos atrapan con su lira de Orfeo a través de las imágenes creadas por la pluma del poeta para que habitemos un mundo onírico de la memoria hecha piel, cuerpo, danza y canto; y desde mundos cotidianos cristalizarse en pequeños universos llamados poemas, que nos trasladan del amor, cito: asciendes / las escalas del enigma / -sonriente manantial / de la ventura- / y desatas la canción del laberinto /, hasta llegar al desamor, al desasosiego, pasando por la duda, el temor: La desnuda plegaria / del desconsuelo. Transitan, entonces, estas canciones praguenses de la más plena conversación entre la piel y las manos, hasta la aridez del desabrazo. Escribe el poeta: Yo, / que nunca te ceñí, te desabrazo. (…) Ahogo la canción / de mi ternura / y sólo con la nada / te cobijo.
En el segundo apartado aparece el aguanieve de Montpellier en contraposición con el canto encendido de versos poblados por mujeres, llámense Lourdes, Laura o Priscella, donde la musa sólo es Una, cuando el poeta se pregunta: ¿De dónde brota la flama? (…) Un fuego me viaja / en la columna: /antorcha de millones / de caricias, entonces hace danzar al verso: Danza / y es la respiración / azul / de una serpiente / que / en su mirada / y en su vagina / canta, porque si un poema puede llegar a ese libertario vuelo, como Ícaro resurje de entre las cenizas para lograr su elevación, quizá es que contiene una especial dosis de ternura, un cierto grado de abstracción, un ritmo que eleva el canto y un erotismo inmanente que en Cuadernos sin sosiego felizmente se cumple .
Y en este viaje por el laberinto de la memoria, por la geografía de la psique del amor y el desamor en su canto del mundo, es que nos ofrece su “Cuaderno de los sueños” poemas en prosa que me hacen recordar a Gastón Bachelard, cuando escribe: La Poesía no es una tradición, es un sueño primitivo, es el despertar de las imágenes primeras, y aquí hay otro hallazgo del poeta Javier Contreras Villaseñor, ir al sustrato casi primitivo de los sueños para redondear la esfera celeste de su propia creación.
Y he ahí que el alma del poeta sufre otra transformación, su yo poético ahora es un bogador, un mulo acuático sobreviviendo a su naufragio, a esos sueños donde el sexo del varón es soñado por Maura, por sí mismo, castrado o jubiloso; es la inmensa región del agua, que le hace cantar a la lluvia, al aguanieve y a la naturaleza del Ichimbía, entonces el alma del poeta llega al alma del lector, es como un corazón rodeado de peces.
 
Hay voces que logran transpasar el tiempo y conectarse con la sensibilidad de sus lectores, Javier Contreras, logra conectarnos con la danza, la geografía de un trazo del mundo, el alma femenina, la Luna, la ciudad de México y sus vagones del metro, el trote amoroso de los cuerpos en la alfombra de una biblioteca, el Parque Itchimbía de Quito, pero sobre todo, logra conectarnos con su corazón de poeta, que es como una barcarola, una canción de marineros, escribiendo su propia travesía.
Pero quiero regresar a la imagen de los cuerpos amándose en el piso de la Biblioteca, pues ello me remite, sin duda, a Borges cuando dice: “Siempre imaginé que el Paraíso sería una especie de Biblioteca.” En las grutas inmarcesibles de la memoria el poeta logra el libro, porque sobre el libro decía Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro, todos los demás son extensiones de su cuerpo… sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”, ineludiblemente al leer Cuaderno sin sosiego, de Javier Contreras, viene a mi memoria otra frase, esta vez de San Agustín: “Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios, quien habla con nosotros”.
El poeta ha atravesado esta metáfora, nos ha enseñado que ante los laberintos del desasosiego el mejor remedio es cantar.


Leticia Luna
Directora
GRUPO FUEGO AZUL. POESÍA ESCÉNICA
EDICIONES LA CUADRILLA DE LA LANGOSTA
http://letimoon.blogspot.com


domingo, 7 de noviembre de 2010

Para S (que decidió no emplear celular ni viajar en internet)

Encontrar la manera luminosa y tierna, justa, de no empañar lo que nace con los dolores y los enconos del pasado atribulado. Bañarse esforzadamente en el manantial de la buena voluntad para encontrarla con el rostro, la piel y el afecto abiertos, decididos y claros. Le agradezco tanto su delicada y, al mismo tiempo, decidida manera de estar presente, su franqueza cuidadosa, insobornable y gentil, muy gentil. Posee una grande elegancia del corazón. Conversamos sonriéndonos desde la disposición transparente de sabernos. Me recuerda una vieja expresión cristiana: tiene pureza de intención. Los juegos del poder no la seducen. No seduce, se abre a partir de la asunción de sus circunstancias, sin mentiras, sin promesas ni menoscabos, pero con la esperanza enriquecedora de la verdad. Soñé con ella hace algunas noches, éramos testigos de una hermosa pero previsible danza contemporánea convencional, de la que conocíamos su final preciso, cuando la coreografía concluyó y constatamos la justeza de nuestras suposiciones, nos reímos felices, incontenibles y cómplices: estábamos los dos en otro lado, en otra elección ética, frente a frente, disfrutándonos. Desperté sonriendo. Me acompaña esa sonrisa cuando transito la vida diurna. Gracias S. 

jueves, 4 de noviembre de 2010

Bailar con Annabel 1

Componer coreografía y bailar con Annabel Guérédrat es un privilegio. Como decimos en México, componer juntos y danzar "se nos da". Es casi como un asunto de magia, como si nos conociésemos de muchos años atrás, como si apenas encontrarnos algo nos hubiese indicado que podíamos confiadamente autorizarnos al hondo y radical hurgarse creativo. Encontrar a Annabel -en la recordada Lima del 2008- fue sorprenderse ante su voz profunda: congruencia conmovedora de su persona valiente, inteligente (inteligentísima) y apasionada.

Annabel es una mujer poderosa, "mujer solar" le he dicho, y al propio tiempo, es también abismalmente sensible: guerrera que sólo con su sola piel desnuda se enfrenta a la mediocridad del mundo. Annabel no soporta la medianía, la irrita, la violenta. Para la mirada insensible puede parecer férrea, pero quien la escucha con atención sabe que el hogar de su pasión se alimenta con ternura.

Me recuerdo caminando con ella en Montpellier, arribando al estudio en el que seguíamos el trabajo de "¿Cómo se dice la arena de la playa en Martinica?", conmovidos por la inmensa luna que flotaba al fondo de una calle estrecha en la helada noche del invierno pasado. La recuerdo también en el breve malecón de Fort de France, en Martinica, entregándonos la contundencia explosiva de su sonrisa.

Pero, sobre todo, la recuerdo bailando: vuelta una ola de elegante intensidad que se y nos escudriña, sin piedad, donando su furor por habitar la transparencia.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

México: el viaje que comienza al salir del laberinto 1

Y sí, no hay plazo que no se cumpla y los compañeros ecuatorianos se han marchado. Detrás quedan una excelente experiencia artística y un arduo trabajo de crecimiento personal (¿espiritual?).  Como continuación de lo sucedido en Ecuador, me ví muy exigido en el territorio de la ética sentimental. Básicamente estoy contento, satisfecho, íntegro. No me quedé sin voz, no fui "prudente", pero no me desdije de actos, ni de apuestas, ni de consecuencias y transité la difícil situación con la mayor fineza que me fue posible. Fineza: escuchar las voces de la propia urdimbre sentimental sin empozoñarle la alegría afectiva a los otros. ¿Amar con gentileza no es un hecho civilizatorio? ¿Para qué inventó la especie las aventuras del amor si no es para construirse con "mayor perfección del ser" -diría Spinoza-? Brindo por Baruj, Blas, Friedich y Ety, mi eternamente querida Ety Hillesum, quizá descendiente radicalmente consecuente del buen Hilel (y que entienda quien deba y quiera entender). Abro la puerta del laberninto de ese que fue un devaluado amor y a mí mismo me sonrío para regalarle esa estrella depurada a quien con la plata brillante de su inteligencia y compromiso me sonríe...