domingo, 7 de noviembre de 2010

Para S (que decidió no emplear celular ni viajar en internet)

Encontrar la manera luminosa y tierna, justa, de no empañar lo que nace con los dolores y los enconos del pasado atribulado. Bañarse esforzadamente en el manantial de la buena voluntad para encontrarla con el rostro, la piel y el afecto abiertos, decididos y claros. Le agradezco tanto su delicada y, al mismo tiempo, decidida manera de estar presente, su franqueza cuidadosa, insobornable y gentil, muy gentil. Posee una grande elegancia del corazón. Conversamos sonriéndonos desde la disposición transparente de sabernos. Me recuerda una vieja expresión cristiana: tiene pureza de intención. Los juegos del poder no la seducen. No seduce, se abre a partir de la asunción de sus circunstancias, sin mentiras, sin promesas ni menoscabos, pero con la esperanza enriquecedora de la verdad. Soñé con ella hace algunas noches, éramos testigos de una hermosa pero previsible danza contemporánea convencional, de la que conocíamos su final preciso, cuando la coreografía concluyó y constatamos la justeza de nuestras suposiciones, nos reímos felices, incontenibles y cómplices: estábamos los dos en otro lado, en otra elección ética, frente a frente, disfrutándonos. Desperté sonriendo. Me acompaña esa sonrisa cuando transito la vida diurna. Gracias S. 

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