jueves, 4 de noviembre de 2010

Bailar con Annabel 1

Componer coreografía y bailar con Annabel Guérédrat es un privilegio. Como decimos en México, componer juntos y danzar "se nos da". Es casi como un asunto de magia, como si nos conociésemos de muchos años atrás, como si apenas encontrarnos algo nos hubiese indicado que podíamos confiadamente autorizarnos al hondo y radical hurgarse creativo. Encontrar a Annabel -en la recordada Lima del 2008- fue sorprenderse ante su voz profunda: congruencia conmovedora de su persona valiente, inteligente (inteligentísima) y apasionada.

Annabel es una mujer poderosa, "mujer solar" le he dicho, y al propio tiempo, es también abismalmente sensible: guerrera que sólo con su sola piel desnuda se enfrenta a la mediocridad del mundo. Annabel no soporta la medianía, la irrita, la violenta. Para la mirada insensible puede parecer férrea, pero quien la escucha con atención sabe que el hogar de su pasión se alimenta con ternura.

Me recuerdo caminando con ella en Montpellier, arribando al estudio en el que seguíamos el trabajo de "¿Cómo se dice la arena de la playa en Martinica?", conmovidos por la inmensa luna que flotaba al fondo de una calle estrecha en la helada noche del invierno pasado. La recuerdo también en el breve malecón de Fort de France, en Martinica, entregándonos la contundencia explosiva de su sonrisa.

Pero, sobre todo, la recuerdo bailando: vuelta una ola de elegante intensidad que se y nos escudriña, sin piedad, donando su furor por habitar la transparencia.

1 comentario:

  1. que amable de tu parte permitirme haber conocido esos recuerdos en su momento de gloria ^^

    bss!

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