sábado, 28 de agosto de 2010

Ecuador, el viaje a la semilla en el oráculo del espejo vacío (papeles de viaje, 1)

Reunidos en la casa de Mercedes Balarezzo en el barrio de Santo Domingo de la Ciudad de México, un grupo de queridas amigas recién egresadas de la escuela de Contempandanza y quien escribe, soñamos con realizar una obra coreográfica que nos permitiera reunir el "lado de acá" mexicano, con el "lado de allá" ecuatoriano. Imaginamos entonces, y con el paso de los meses concretamos, una hermosa obra coreográfica, "Cartas desde los valles", que ensambla una pieza construida en México (por Laura, Marién, Coatlicue, Marisol y yo), con otra pergueñada en Quito (por Meche, Rafaela, Sara, Gerardo y la generosa ayuda de Derek y los padres de Meche), a las que se suma una pieza construida en tiempo real a partir de lo que aprendimos con Ana González, esa otra cronopia tan querida de nuestra danza. 

Una vez terminadas nuestras respectivas primeras versiones, nos encontramos en Ecuador, para presentarnos en Diálogos-Ecuador, y en teatros y plazas de Quito, Machala, Huaquillas, El Guavo y el Puyo. Fue un mes de intensidad alucinante, vivida tras el manto de la convivencia amable y dulce, pero ardua, en realidad, muy ardua, reveladora. Bueno..., hablo por mí, por mi persona valiente y frágil (sabrán perdonar el narcisismo), abierta a ser tocada y a entregarse.

No sabíamos, o más bien, no sabía yo, en lo que me metía: un verdadero viaje a la semilla, a los orígenes, a los bordes de mi persona y de mi historia. Una travesía implacable, rigurosa. Un viaje fuerte, hecho con esas navajas que viajan en el viento de ese paisaje desolado que los muertos mexicas atraviesan para purificarse en su camino hacia algún lugar de los 13 cielos.¿Es que he muerto? En profundos sentidos, sí, o casi, porque pocas veces me he sentido tan exigido, tan vapuleado, tan maltratado. ¿Viaje iniciático? Quizá, quizá se trató de mis primeros pasos conscientes hacia la despedida, hacia el diseño de la vida que deseo heredar, hacia la definición más rigurosa y también convencida y aquilatada de los materiales de mi corazón, mi rostro,mi sexo, mi inteligencia. En este viaje me ví precisado a dialogar -y a enjuiciar, enjuiciarme- con el humus afectivo-axiológico que me guía y asumo desde la más profunda intimidad de mi cuerpo, mis afectos y mi historia (la que heredo y la que construyo). En este viaje he llorado desde una vulnerabilidad y una entereza que no me conocía. Me he bañado en un río de aguas filosas como lajas iracundas. Pero también  he sentido la semilla vivificante de lo que me es irrenunciable: el implacablemente desnudo corazón sobre el que erijo mi árbol, mi delirio consciente y mi chinampa.

De este mi viaje (en lo artístico, lo político, lo amoroso) es de lo que deseo hablar aquí, en las entregas de estos papeles, en un ejercicio asumido de la impudicia, y en homenaje al querido Germán Dehesa, ese enamorado de la palabra como donación generosa, aguerrida y humilde.

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