miércoles, 2 de noviembre de 2011
Retrato de G.
G. despliega la sonrisa de su inteligencia (la carcajada elegante de sus escrutinios). Es curiosidad empeñosa en abanico: la convocan la danza, la filosofía, las matemáticas, los cuentos de Cortázar y alguno que otro ser extrañamente angelical que en sus meditaciones la testimonia con atención solidaria. Conversamos en espirales de preguntas, acordes, caricias de la voz, la escucha y la mirada. Tomo sus manos para acercarle dulzura -leo con amor los signos silenciosos de sus palmas-. Me abro a sus ojos para allegarme chispas de su secreta melodía. Ave nocturna, sacerdotisa de la orden de Minerva, G. es un laúd cantando entre los pliegues de la madrugada.
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